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Buenos Aires a los diecisiete días de agosto del 2025

Vivía envuelta
en una leve distancia
que le impedía
estar del todo presente.
Por eso olvidaba tantas cosas:
la llave
de su casa, que se volvía
una casa ajena
una puerta cerrada
ante su vana espera;
el guante,
que dejaba su mano
fría, desamparada,
y el otro guante
en una extraña soledad
de adiós sin respuesta;
sus pulseras,
demasiado pesadas.
Y al verse los brazos desnudos
sentía lástima
de su pobreza
y empezaba a buscar
con un ciego tanteo
ese poco de oro extraviado
entre papeles juguetes
inútiles recetas de cocina
cartas de amigos.
Tampoco encontraba
el pañuelo
para secar sus lágrimas.
Quién sabe
por qué calles polvosas
iba su pañuelo de encaje
por inclementes pasos pisoteado.
Olvidaba sus sueños:
al abrir los ojos,
aunque una dicha rara
la cubriese,
se le escapaba el mensaje:
en vano buscaba
los trozos perdidos
de ese rompecabezas
del que sólo quedaban,
desligados,
un árbol,
una calle que lleva al mar,
el rostro de un desconocido,
unas palabras
sin sentido.
Alaíde Foppa
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