Buenos Aires a los veintiséis días de marzo del 2023
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El sol desde las persianas enciende el borde de las cosas. Es mi regalo por levantarme temprano.
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Todavía conviven en el placard las soleras con los sweaters, las sandalias con las botas. Sin embargo el verano se va, y pienso en la playa cada vez más lejana, mientras mi piel va perdiendo el color y lo único que me queda del verano es una tobillera con cuentas amarillas verdes rojas.
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Una música de piano, el perfume de una torta en el horno. El ganchillo va y viene trazando una grafía misteriosa. ¿Le dirá a quien use esta boina algo de la tarde nublada, de las cosas que me dije en silencio mientras tejía?
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La mañana crece en mi habitación. Lorenza duerme sobre la biblioteca y yo sigo en la cama. Virginia Woolf habla de la luz y las olas una mañana en St. Ives. Después dice: "Tengo la impresión de que al escribir estoy haciendo algo que es mucho más necesario que cualquier otra cosa". Me levanto.
Buenos Aires a los veintiséis días de marzo del 2023
No dejes que se caiga de mi boca la noche.
Yo tenía una intuición bajo la lengua como una uva que retoza pero que uno no se atreve a morder la tenía asomada al final de cada verso como una letra pegándose siempre a la última palabra como diciendo no me acabo no me acabo nunca y yo esperé esperé a que la intuición se rompiera sola y que sola me dijera lo que siempre imaginé que me diría que cuando tú llegaras yo de manera clara contundente irremediable me quedaría sin poemas.
Buenos Aires a los veintiséis días de marzo del 2023
A un costado de su cuerpo, al otro costado de su cuerpo, podía amarla con la derecha, con la izquierda, con apuro, sin apuro, desde ella hacia sus alrededores, desde la vida hasta sus límites, pero mira, me decía, este es el mar y esta es la tierra, esta soy yo y éste es el aire, no confundas jamás la orilla con el horizonte ni se te ocurra que son sólo barcos los barcos que se acercan ni nubes las nubes que se alejan. Mira, me decía, la única ciudad habitable por ahora son estos tiempos, y la única reencarnación posible, este encuentro: eso sí, aprende a reconocer los pinos, los sauces llorones, los álamos carolina, los cipreses, las hiedras trepadoras, la oscura selva de mis palabras, que aun en silencio crecen, pero no por ello responden a tu nombre, ni siquiera al mío, y yo volvía a nacer a un lado de su cuerpo, al otro lado, el jacarandá que sembraba sombras lilas al mediodía era el jacarandá “y en plural, con acento en la á, jacarandáes” y sus manos palpitaban como luz en las aguas, como pez en mi sangre.
Buenos Aires a los veintiséis días de marzo del 2023
Nunca mires la sombra de los pinos contra el cielo a través de los ojos de tus amores. Nunca escuches a los zorzales a través de los oídos de tus amores. Nunca gustes de la tarde caer a través del paladar de tus amores. Nunca huelas la madera quemada a través del olfato de tus amores. Nunca sientas las sábanas suaves y frescas a través del sentido de tus amores. Porque tus amores pueden cambiar alejarse. O morir. Y entonces ya no podrás mirar la sombra de los pinos contra el cielo escuchar a los zorzales gustar de la tarde caer oler la madera quemada ni sentir las sábanas suaves y frescas.
Buenos Aires a los veintiún días de marzo del 2023
Silbo y al rato un eco se desprende y como si llegara alto, va y se queda flotando en el aire. Silbar no es de mujeres pero él nos enseñaba a todos por igual, mis hermanos y yo: silbar, nadar, pescar. Después crecimos y recuerdo haber sentido la soledad de ser una mujer como quien marcha hacia el exilio. Sobre todo del padre, que en el sueño de anoche se aparece de pronto en una ruta solitaria: diferente y el mismo como siempre, a la luz de los faros de un coche, dice: hija, de la vida no se huye.
ayer encontré una chica parecida a vos no me hablaba yo quería decirle que te había escrito un poema que en Buenos Aires hay trenes que el agua es marrón que el cielo es marrón que el jueves es marrón y estoy triste la chica usaba unas Vans como vos que ya no sos chica que no sé adónde vas que por las fotos que vi estás más linda
Cada vez que creo perder las llaves, es decir, cada vez que tanteo bolsillos que los aprieto al contorno del cuerpo y me descubro un frenesí y miro hacia abajo en todas direcciones, como un radar, como si mirase en realidad y no estuviera a ciegas esperando un milagro que derive de exprimir la ropa de falsear un sonido entre dedos, la fe me ahorca y me sopla en la boca. Todo hueco e inmediatez. Cada vez que creo perder las llaves me condenan los lugares donde no estuve. Y esos en los que perdí tanto tiempo antes de llegar.
Las luces me daban en la cara, pero igual lo vi. Cuando la gente se empezó a mover, busqué la manera de llegar a donde estaba. El ruido era fuerte, pero disfrutamos de mirarnos a los ojos. -viniste- dije o pensé. Después tuve que volver, me agarró de la mano y nos alejamos soltándonos de a poco, como la escena de una película de amor que no miraría.
No soy nada: apenas lo que aparento y, a veces, ni tan siquiera eso: pura fachada sin sustancia de esporádico escritor sin talento que levanta sus días con gomina, se calza la cara de ir al trabajo, bebe un poco y toma alguna pastilla para paliar pequeños dolores cotidianos.
Soy lo que soy: apenas algo, una mancha que se oculta en las sombras, un borracho que lee de vez en cuando. Un tonto más entre tantos que siguen con emoción la Liga y frialdad el telediario.
Otro hombre de mediana edad temprana que hace tiempo emprendió la cuesta abajo.
No soy casi: insisto, por si acaso.
Ya ni Facebook se altera con mis golpes de estado.
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles, hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por últimos los domingos hacíamos el amor religiosamente.
O bien hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, recíprocamente. Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo. Decíamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien Estefanía le daba por recordar las ardilla que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura. O de noche con la luz encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del foco. O de día con los ojos cerrados. O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa. Contentos, felices, dolientes, amargados. Con remordimientos y sin sentido. Con sueño y con frío. Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente. Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente. Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente. Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y, sobre todo, hacíamos el amor físicamente. También lo hicimos de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y sobre todo, y por simple razón de que yo lo quería así y ella también, hacíamos el amor voluntariamente.
Fernando del Paso
. Fernando del Paso. Ciudad de México. México . 1935 . Guadalajara . México. 2018 ... .. Imagen . Lina Scheynius
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Lo que queremos nunca es sencillo. Nos movemos entre las cosas que pensamos que necesitábamos un rostro, una habitación, un libro abierto y esas cosas tienen nuestro nombre ahora, nos necesitan. Pero lo que necesitamos se aparece en sueños, lleva disfraces. Descendemos tendemos los brazos y por la mañana nos duelen. No recordamos el sueño, pero el sueño se acuerda de nosotros. Está ahí todo el día igual que un animal está ahí debajo de la mesa, igual que las estrellas están ahí aun cuando brilla el sol
Linda Pastan
. Linda Pastan . Nueva York. Estados Unidos . 1932 . Maryland . Estados Unidos . 2023
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Ensayar la separación abrir una pequeña zanja en nuestra tierra común en la aridez y la fertilidad. Convocar al agua para que nos divida y parecer unidos el agua que es otra especie de sangre una suma de lágrimas familiares y extrañas juguetes. Por este dolor acuoso se consumen nuestros esfuerzos el mejor para decir: sí puedo hacer tu voluntad pese a todo saltaré el muro, la alambrada y apareceré de nuevo solitaria para vestirme de novia.
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Un gesto de amor es llegar a tu casa dejar que me veas así deshilvanada como saco de arena y pedirte que hagas eso que vos tan bien hacés: mostrarme por cinco minutos que todavía sigo viva.
Inés Kreplak
. Inés Kreplak . Buenos Aires . Argentina . 1987 ... Imagen . Anna Karvounari
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Miradnos. Somos la luz de nuestra propia sombra, el reflejo de la carne que nos ha acompañado, la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.
Somos el azar de lo oportuno, la paz que termina con las guerras ajenas, dos rodillas arañadas que resisten con valentía.
Miradnos. Decidimos cambiar la dirección del puño porque nosotras no nos defendemos: nosotras luchamos.
Miradnos. Somos, también, dolor, somos miedo, somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro que pretende marcar un camino que no existe. Somos, también, una espalda torcida, una mirada maltratada, una piel obligada, pero la misma mano que alzamos abre todas las puertas, la misma boca con la que negamos hace que el mundo avance, y somos las únicas capaces de enseñar a un pájaro a volar.
Miradnos. Somos música, inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables, luz en un lugar que aún no es capaz de abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos, porque la belleza siempre cegó los ojos de aquel que no sabía mirar.
Nuestro animal es una bestia indomable que dormía tranquila hasta que decidisteis abrirle los ojos con vuestros palos, con vuestros insultos, con este desprecio que, oídnos: no aceptamos.
Miradnos. Porque yo lo he visto en nuestros ojos, lo he visto cuando nos reconocemos humanas en esta selva que no siempre nos comprende pero que hemos conquistado.
He visto en nosotras la armonía de la vida y de la muerte, la quietud del cielo y del suelo, la unión del comienzo y del fin, el fuego de la nieve y la madera, la libertad del sí y el no, el valor de quien llega y quien se va, el don de quien puede y lo consigue.
Miradnos, y nunca olvidéis que el universo y la luz salen de nuestras piernas.
Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha.
Buenos Aires a los veintitrés días de febrero del 2023
Y ahora que no nos vemos más y llamarte es un accidente sin suerte canciones tristes todas son que pasan en la radio y que no pasan en la radio, digo: hablan para mí. Las veces que dijiste nos vamos a la galaxia y tomábamos un auto directo para hacer más rápido o las veces que preguntaban ¿ustedes dónde estaban? Galaxia. ¿por qué no vinieron? Galaxia. ¿qué onda este finde? Galaxia. En realidad decías, nos fuimos a coser pero en realidad yo decía roma y vos decías nos fuimos a la galaxia. También decían : ustedes seguro se van para galaxia o vayan donde galaxia son tan lindas juntas. ¿Y separadas? La galaxia, la gala y la cía. Justicia. Y si ahí todo era luz y oscuridad en su medida justa ahora solo quedó la oscuridad y la luz es un brillo en una pantalla que se enciende, un mensaje me pregunta cómo estás? estoy escribiendo, digo, de la galaxia, en el recreo en un aula vacía entre constelaciones de gritos y carreras y barullos de estrellas al fondo. Ahora interrumpo el talento, termina el recreo y vuelvo a ser maestra y mientras les niñes son mansos dedicados a la copia de la escritura ¿acaso no es el tiempo más robado a la infancia? aprovecho y prosigo en este decir que ahora nuestra roma es un accidente sin suerte. Yo hice todo lo que hice. Una y otra vez me converso a mi misma del por qué y lloro, porque es algo que hacemos las maestras cuando copiamos el pizarrón espaldas a la clase aprovechamos a llorar. Sepan: hay galaxias que se desarman devoradas por vías lácteas se convierten en agujeros negros. Será que un científico lo anota en su registro en un cuaderno será que usa lápiz por si se equivoca, borrar, pero después más nada. Se sabe poco. Qué importa de ella.
Buenos Aires a los treintaiún días de enero del 2023
A lo largo del día escucho el sonido del agua sollozando. Mi memoria, mi lugar sangriento, mi antiguo ángel mordido por el viento. Todo el día duermo sollozando mientras las palabras caen como el agua desgarrada, sollozando caigo, me acuerdo del sonido del agua que cae en mi sueño de ti. Toda la noche escucho los pasos de algo que viene a mí. Toda la noche dibujo en mis ojos la forma de tus ojos. Toda la noche nado en tus aguas, me ahogo en mis ojos que ahora son tus ojos. Toda la noche me hablo con tu voz y me digo lo que tú silencias. Toda la noche llueves sobre mí, lluvia de manos de agua que me ahogan. Toda la noche y a lo largo del día contemplo las manchas azules en un muro, a toda hora espero que la palabra obscena sirva para configurar tu rostro. No abandono este lugar de reconocimiento, me voy de él solamente cuando llegas.
Y a lo largo del día duermo sollozando. Me acuerdo del viento, toda la noche pienso en el viento que viene a mí y permanece en mí. Mi memoria, un pájaro enloquecido en la playa gris bajo el viento frío que viene y vuelve y no se va. El viento está en mí, tú estás en mí, toda la noche lloro al acordarme del agua que cae y de la orilla fría bajo el viento gris. ¿Dónde está tu antiguo saber? -me preguntan-. ¿Dónde está tu silencio? Toda la noche escucho el sonido de mi rostro que llora. Y es el camino hacia tu lugar natal, hacia tu sufrimiento puro. Toda la noche bajo la lluvia desconocida. A mí me han dado un silencio pleno de formas -dices-. Y corres desolada como el único pájaro en el viento.
Buenos Aires a los veintiséis días de enero del 2023
Los hombres tristes ahuyentan a los pájaros. Hasta sus frentes pensativas bajan las nubes y se rompen en fina lluvia opaca. Las flores agonizan en los jardines de los hombres tristes. Sus precipicios tientan a la muerte. En cambio las mujeres que en una mujer hay nacen a tiempo todas ante los ojos tristes de los tristes. La mujer-cántaro abre otra vez su vientre y le ofrece su leche redentora. La mujer-niña besa fervorosa sus manos paternales de viudo desolado. La de andar silencioso por la casa lustra sus horas negras y remienda los agujeros todos de su pecho. Otra hay que al triste presta sus dos manos como si fueran alas. Pero los hombres tristes son sordos a sus músicas. No hay pues mujer más sola, más tristemente sola, que la que quiere amar a un hombre triste.
Buenos Aires a los veinticuatro días de enero del 2023
cuando recorría las plazas y las celdas vestida de mujer herida y heridora cuando abría los diarios en la página de los nombres muertos cuando me recostaba vencida encima de palabras y otros brazos cuando te pedía que aparecieras y no aparecías yo respiraba veneno en las otras bocas yo esperaba el regreso yo presentía que estabas a metros de mi piel arrepentida
Olga Leiva
. Olga Leiva . Lund . Suecia . 1981 (vive en Uruguay desde 1991 )
Buenos Aires a los veinticuatro días de enero del 2023
En el hospital de las muñecas pintan bocas nuevas tienen piernas y brazos de repuesto botones en vez de ojos, pelo de seda y vestiditos. En el hospital de las muñecas remiendan cabezas y corazones. Reservaré una estancia de absoluto reposo para muñecas exhaustas me dejaré peinar lavar planchar. Uñas pintadas, por favor; y tacones altos. Esta noche salgo a bailar.
Buenos Aires a los veintitrés días de enero del 2023
Lo que se guarda y esconde por más caricias que lleve no deja de doler.
En diálogos previos a la siesta me contabas lo que era para vos la libertad. Ahora, algunas palabras de tu relato me persiguen en bocas de otros por eso, alzo la cabeza y digo que entiendo, que ya sé aunque, no estoy segura de nada porque es la única forma de fingir que nunca me sucediste.
Buenos Aires a los veintidós días de enero del 2023
Tengo un mandala pintado en Jaipur bajo un vaso con agua con dos gotas de gin Una trampa cazadora de espíritus del Japón y un espejo que atesora el origen del sueño Una muñequita vudú con los miembros zurcidos con pelo de cabra negra Una pulsera con semillas sagradas, florecidas y perfumadas Tengo un manuscrito sin rótulos ni tapas con grabados de una mujer partida en tres Una máscara del Durbán y una rueda mágica enlazada a un asno Una falda turca de un ajuar y un retrato grabado sobre madera rosa Serenidad escrito en una lengua muerta con sangre de niño y de casadera Y sobre un formidable insecto embalsamado con los ojos picados por querer aparearse con las alas cuarteadas y todavía con sangre, una imagen tuya conmigo fuera de plano.
Buenos Aires a los veintiún días de enero del 2023
di tu nombre y recuerda quién has sido di que todo es igual luego que nada es lo mismo di aquí y repítelo hasta que te abandone la deriva di tu tonta verdad y defiéndela hasta que encuentres otra di debajo de mi piel puede que no quede nadie di todo aquello que tuve y llora como hacen todos di que no te arrepientes aunque lo hayas perdido todo di cómo he podido llegar a esto por última vez y huye di que basta que ya no que nunca más pero vuelve a tropezar di algo definitivo y no dejes que las palabras te maten di había una vez y empieza de nuevo las veces que haga falta di hasta luego y mira lo que dejas atrás pero no regreses.
Buenos Aires a los veintiún días de enero del 2023
Que íbamos a hacer, la puerta estaba bajo guardia Que íbamos a hacer, estábamos encerrados Que íbamos a hacer, la calle había cerrado Que íbamos a hacer, la ciudad estaba bajo custodia Que íbamos a hacer, ella estaba hambrienta Que íbamos a hacer, estábamos desarmados Que íbamos a hacer, al caer la noche desierta Que íbamos a hacer, teníamos que amarnos.
Paul Éluard
. Paul Éluard. Saint-Denis. Francia . 1895. Charenton-le-Pon
. Francia . 1952 Versión de Luis A. Cano
.... Fotograma . La Maman et la Putain . Jean Eustache . 1973