.
Buenos Aires a los once días de agosto del 2024
La memoria posee cierta cualidad espectral
donde el mundo conocido
amenaza con deshacerse
y trastabilla la identidad en cuestión.
La etimología de ‘persona’
es ‘máscara usada por un personaje teatral’,
la palabra fascinó a Ezra Pound,
quien tituló ‘Personae’ (1926)
su compilación de poemas breves.
Algunos dicen que ‘persona’
significa ‘resonar a través de una máscara’
y en tal caso la voz tendría prioridad
en el origen de esta palabra.
‘Sujeto’ suele contraponerse a ‘objeto’.
Pero la poesía altera la gramática,
a veces tiembla el sujeto del enunciado
o tropieza quien habla en la enunciación
como si el proceso de despersonalizarse
implicara una tormenta de nieve.
La memoria entonces es esa huella imprecisa
que se crea al no retornar.
Ser escrito o pensado o dicho
o una mariposa que se sueña Zhiangzu,
algo agazapado entre ‘los monstruos de la razón’.
¿Qué recuerdos nos sostienen?
Aquel camino de subida en el invierno de Trondheim.
Los colores de esa tarde robados a un cuadro
de Caspar David Friedrich.
Pero la memoria tiene cuartos que se deshacen
habitaciones como las del hotel que dejamos.
¿Te acordás?
Éramos nosotros los que bajábamos
corriendo de aquel monte nevado.
No, creo que no era un monte.
No, no estaba nevando.
No, no corríamos tanto.
No. No éramos nosotros.
Javier Galarza
.