sabor a nada

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Buenos Aires a los tantos días de abril del 2022



T
ú y yo nunca llegamos a nada,
apenas a añoranza de lo imposible.

Como una ventana que diera
hacia el campo en medio del día,
hacia limpias sabanas sin árboles.

Nunca llegamos a nada.

Imaginar una puerta que al abrirse mostrara
el desierto,
una plaza para besarnos como adolescentes,
una ciudad, Trujillo o Praga, por ejemplo,
trenes, rutas de viaje,
flores amarillas, silvestres, sin amarres,
un libro, Justine, la del cuarteto, por ejemplo,
una idea por la que morir,
una canción ridícula,
una fotografía de la infancia, o cuento,
Vientos Alisios, por ejemplo.

Pero nada.
Ni una carta de amor,
ni un pequeño animal detrás de nuestros pasos,
un gato lúcido de dos colores
que mirara desde su indiferencia o
peces dorados en un acuario artificial,
un día de sol, una piedra
sobre la que tendernos limpios e inocentes,
un poema, la música,
Mahler por ejemplo,
almendras, mangos, café, chocolate,
agua pura bajando desde los labios como un beso,
un perfume, el olor inconfundible y persistente
en las manos después del amor,
una película, Portero de Noche, por ejemplo,
pero nunca llegamos a nada
nunca tuvimos nada,
crueles bonsais de granadas mínimas,
una calle, una vereda, una fecha de cumpleaños,
un patio, una mesa, una cama,
un trago de cocuy para enfrentar tristezas,
dulzón en medio de la lengua.

Era mucho pedir y nunca llegamos a nada.
Una habitación de hotel en las afueras
un día a la semana,
te veo, amor, el jueves, por ejemplo.
pero
tú y yo nunca llegamos a nada

dormimos juntos y no basta
cuando apenas se añora lo imposible.




Ana María Oviedo Palomares




. Ana María Oviedo Palomares . Valera .  Venezuela . 1954 
... Imagen . Annie Leibovitz
 
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