a veces



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Buenos Aires a los tantos días de marzo del 2021



A veces le digo algo a alguien y escucho el ruido
de un trapo que se rompe.
Coincide con alguna frase, como ser: “ayer, al final, les conté de tu enfermedad”.
Entonces escucho el ruido de un trapo que se rompe.
Cuando me peleo con alguien no siento
olor a quemado, ni se me pone la cara colorada,
pero sí escucho el ruido
de un trapo que se rompe.

Hay algo que me va a salir de adentro de la oreja.
Veo mi futuro reflejado en el picaporte de la puerta:
voy a estar leyendo en un bar, pelada.
Para evitarlo tengo que tirar en la cama tendida:
jugo de naranja,
tierra.
En la mesa del bar se cae una maceta,
queda la forma cilíndrica.

Apreté fuerte la tierra, me acordé de mi padre. Todavía latía, o era
un terremoto muy suave, de grado bajo, como el que hubo esa vez
que decidí no llamarte, y vos tampoco me llamaste,
y no nos vimos más.
Cuando vuelan los pájaros arman la forma de otro animal:
seis gorriones arman un rinoceronte
ocho gorriones arman un león y
mis pulmones son estuches de guitarra.

Es bailarín y tiene cáncer,
me lo contó en la primera cita.
Fue la primera cita más extraña de mi vida,
porque había de esas lucecitas que son como una nieve
en los boliches.
Yo quería comprarme un colectivo
y atropellarlo para no tener más problemas.
El tiempo estaba suspendido como una nieve.

Un cáncer inoperable. Fuimos a un bar que ya conocíamos,
que tenía todos los bancos de madera: llevamos un destornillador
para tallar nuestras iniciales en todas partes. No nos habíamos
besado todavía y ya estábamos tallando nuestros nombres en todas
partes.
En la estación de las alergias hay que cambiarlo.
En la estación de la sandía hay que cambiarlo.
Cuando el murciélago hiberna hay que cambiarlo.

No hay un sentido,
sólo ese gesto que hacen las telas cuando
las traspasa el viento, que
no es ni un sí ni un no.
Vio a dos mendigos que dormían juntos en un colchón en la calle,
cada uno orientado hacia un lado como la figura de un naipe.

En la estación que en sentido figurado representa la vejez
como la caída, el ocaso,
esa transición entre la vida y la muerte,
hay que cambiarlo.
Entonces pensó “cuando me diagnostiquen las verrugas
me voy a vivir con ellos” 


Mariana López




. Mariana López .  Buenos Aires.  Argentina . 1981
... Imagen. Ritva Tuomi


 

 

 

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