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Buenos Aires a los tantos días de marzo del 2022
Afuera el pino el abeto gris el pluvial pino de Flandes
y la charla en la glorieta de la hostería
con ese aroma a cerveza
de mañana hacia las alturas grises de nubes
se abre allí una ventana tan temprano
de par en par como el aire que fluye separándose
se extienden los brazos abriendo las ventanas
del otro lado del día la caída
de la gris congoja
estos crepúsculos grises como el polvo
desapareciendo con los trenes y las nieblas y volviendo a irrumpir:
debajo de sí Vineta ciudad de campanas.
Y luego la noche
negra y como con la mano hasta la muñeca en el agua
vamos tropezando hasta la puerta:
oh las muchas estrellas
y un negro mechón en el rostro
descalzos sobre la escalera crujiente.
Las falenas revoloteando
espantadas golondrinas caseras como murciélagos y fuegos fatuos
y la horrible lengua de miel de las moscas muertas.
Ahora
en medio de la primavera en inmersión
después de muchos meses
un bolso abierto
un viejo cigarrillo de la Rue des dames
un saquito de sosa
un trozo de pan endurecido
en la cama el molde de tu cuerpo.
Friederike Mayröcker