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Buenos Aires a los tantos días de febrero del 2022
Las partículas de tu rostro
comenzaron a desintegrarse.
Ahora todos los hombres
te retienen en sus rasgos.
Tus gorros roídos por las polillas
y los guantes deformes
por la ausencia de manos.
Un día todos los hombres
que caminaban bajo la lluvia
estuvieron hechos
a la medida de tu cuerpo.
Ya no recuerdo cuán ancha la espalda
o cuán suave la tela del abrigo,
un día el olvido comenzó,
estaba sola en el andén
y las puertas del vagón
se cerraban y se abrían
como si ingresara
una multitud de fantasmas.
La luz de la luna oscilaba
como un farol y las estrellas
parecían colmillos
de un animal al acecho.
Cesaron mi infancia y tu vejez
pero tu voz no,
campana indestructible,
trina en mi sien,
enferma de misterio.
Natalia Litvinova
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