de-le-tre-a

.
Buenos Aires a los  nueve  días de agosto del 2018
Toda la noche me sentí
en tu cuarto,
con las puertas francesas que se abrían
al porche, la mesa ahí,
el patio allá y la última
flor más allá, toda la noche
todo lo que quería era la sombra de vainilla
de tus dedos, el caramelo
oscuro de tus axilas, la leve
nieve que tus pies parecen,
toda la noche parecía un barco
la noche, aunque yo sé que vos
vas a odiar este símil, un barco
que parece a la vez
caminar hacia la costa
de tus caderas, y alejarse
lento, toda la noche
toda el agua del mundo
parecía tan quieta como una taza de té
envuelta en un papel y metida en el fondo
de una caja llena de bolitas
de telgopor. Esta mañana
le puse azúcar al café,
cosa que nunca hago, y seguí llorando,
cosa que suelo hacer
siempre que pienso
que entré a tu casa
con una espada japonesa
y te corté a la mitad mientras dormías.
El solo hecho de pensar en vos
durmiendo hace que quiera
cortar todas las flores
de la tierra
y tirarlas en tu cama.
Es un mundo de odio,
ya lo sé, y luchamos contra el cielo
tachonado de estrellas y quemado
que son nuestros cerebros. Me la paso
despertándome en una caja hecha de hielo
negro, y algunas veces oigo tu voz
que me habla en otro idioma
y a veces no oigo nada,
pero siempre hay una fruta
chiquitita en un árbol
donde tallé mi nombre
y tallé el tuyo,
y me tallé en el brazo
una notita que siempre dice
perdóname y amor y perdóname
una y otra vez, cada letra
deletrea mi nombre, que en el idioma
de anoche significa apología,
o significa quién te creés que sos,
a duras penas sos un hombre. Toda la noche
quise sentarme con vos a la mesa
y servir la cerveza en boles turcos, y que todos
los cortes que forman tu cuerpo y el mío
se cierren como tulipanes en la oscuridad
del jardín de la entrada, cada vez más fresco.



Matthew Dickman




. Matthew Dickman. Oregon . EEUU . 1975
  Versión . Ezequiel Zaidenwerg
... Imagen . Tamara Lichtenstein






.