alas

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Buenos  Aires a los  seis días de  septiembre del 2017

No era la primera vez que lo veía en el subte A, y otra vez no pude dejar de mirarlo , llevaba el desamparo pegado en la nuca, los ojos de un ciervo a punto de ser bajado de un escopetazo. Imaginé su historia. Lo supuse queriendo ir a un lugar desconocido, cruzando el riachuelo, buscando un faso por las calles del docke, abrazando a mujeres que la vida le arrojó en el camino como esas bolsas de cartas que se tiran de los helicópteros en lugares inasibles y no llegan nunca a tocar destino. Tal vez tuviera hijos que no reconoció o era un falso poeta que buscaba muletillas para seducir a minas que lo mantuvieran . Estaba segura que vivía solo, y estaba segura que no tenía trabajo. Aunque eso no era importante. Nada lo era. Aún recuerdo su limadura. Se notaba que había sido hermoso, aunque ya no podía sostener la espalda debajo del sobretodo que alguna vez fue negro tan de poètes maudits (nunca pude dejar de desear a un hombre con sobretodo negro) Era suyo el leitmotiv  irremediable del humo. Un buscador de soles del pantano.
Nuevamente lo pensé sin saber entregarse, quizás arrastraba las erres, o tenía las uñas amarillentas por dejar dormir el faso entre los dedos. Caminé tras  él por Avda. de Mayo con la intención de fotografiarlo, quise conmoverlo con una pregunta, un pestañeo. Pero se perdió en el pasaje Barolo como un ángel de Wenders tras un charco de sangre.  (fragmento)


Malena Ezcurra  




 ... Imagen . Francesco Frizzera





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