un olor dulce y rancio


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Nos trajiste de Francia,
en el único viaje de tu vida,
junto a un molinillo de café
-de la marca Peugeot-
un bote lleno de aire de París.
Lo pusiste en la mesa y al abrirlo,
expectantes y serios, respiramos
a la vez, con fruición.
Me prometí, algún día,
comprobar, junto a ti,
la falsedad o certeza del aliento
que habitaba aquel bote.
Ahora que no estás,
el viejo molinillo,
con su león rampante,
descansa en la alacena.
Conserva, en su interior, un olor dulce y rancio.
El del café caduco.
El pegajoso olor que dejan las promesas.



Inmaculada Pelegrín López


. Inmaculada Pelegrín López. Lorca .  España . 1969
. Imagen. Heather ~



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