.
Imagen vía katia chausheva
.
No, yo no voy en este cuerpo que me lleva, ni toco en el agua un elemento que fluye y se estanca hasta morir. A quien ves, cuando me miras, es aquel rostro que te doy por miedo jamás ver tu calavera que finge ojos verdes, húmedos lentos sobre tu boca que recita letanías entre incienso y campanas que están en mí.
Oigo tu voz idéntica en vos, ajena a mi memoria que te quiere inmóvil. Si me siguieras, si llegaras a mi cristal. En su casa de Fulgores, ¿quién podría decir: yo, me siento el yo de mi rostro para vos? Estaría en vos y hablaría a aquel mi cuerpo que cree poseerme. Terrible si alguna de tus almas, huyendo de la eternidad que nos persigue en la infinita repetición, no siente la ausencia, la ausencia del viento y el sonido caer en cuerpos imaginarios, muertos y errantes en la noche inmortal.
Si alguien me preguntara qué soy; porque ciertas sombras marean; le diría: no soy todo, ni nada, ni algo. Con mi crino, yo no voy en este cuerpo que me lleva,
ni toco en el agua un elemento que fluye y se estanca hasta morir.
Oigo tu voz idéntica en vos, ajena a mi memoria que te quiere inmóvil. Si me siguieras, si llegaras a mi cristal. En su casa de Fulgores, ¿quién podría decir: yo, me siento el yo de mi rostro para vos? Estaría en vos y hablaría a aquel mi cuerpo que cree poseerme. Terrible si alguna de tus almas, huyendo de la eternidad que nos persigue en la infinita repetición, no siente la ausencia, la ausencia del viento y el sonido caer en cuerpos imaginarios, muertos y errantes en la noche inmortal.
Si alguien me preguntara qué soy; porque ciertas sombras marean; le diría: no soy todo, ni nada, ni algo. Con mi crino, yo no voy en este cuerpo que me lleva,
ni toco en el agua un elemento que fluye y se estanca hasta morir.
A quien ves, cuando me miras, es aquel rostro que te doy por miedo
jamás ver tu calavera que finge ojos verdes,
húmedos lentos sobre tu boca que recita letanías
entre incienso y campanas que están en mí. Oigo tu voz idéntica en vos,
ajena a mi memoria que te quiere inmóvil. Si me siguieras,
si llegaras a mi cristal. En su casa de Fulgores,
¿quién podría decir: yo, me siento el yo de mi rostro para vos?
Estaría en vos y hablaría a aquel mi cuerpo que cree poseerme.
Terrible si alguna de tus almas,
huyendo de la eternidad que nos persigue en la infinita repetición,
no siente la ausencia, la ausencia del viento y el sonido caer en cuerpos imaginarios,
muertos y errantes en la noche inmortal.
Si alguien me preguntara qué soy;
porque ciertas sombras marean; le diría:
no soy todo, ni nada, ni algo.
Con mi cristal soy el planeta que te lleva por mares a tierras
de oro y rapiña y el horizonte te lo doy yo.
Miguel Ángel Bustos
jamás ver tu calavera que finge ojos verdes,
húmedos lentos sobre tu boca que recita letanías
entre incienso y campanas que están en mí. Oigo tu voz idéntica en vos,
ajena a mi memoria que te quiere inmóvil. Si me siguieras,
si llegaras a mi cristal. En su casa de Fulgores,
¿quién podría decir: yo, me siento el yo de mi rostro para vos?
Estaría en vos y hablaría a aquel mi cuerpo que cree poseerme.
Terrible si alguna de tus almas,
huyendo de la eternidad que nos persigue en la infinita repetición,
no siente la ausencia, la ausencia del viento y el sonido caer en cuerpos imaginarios,
muertos y errantes en la noche inmortal.
Si alguien me preguntara qué soy;
porque ciertas sombras marean; le diría:
no soy todo, ni nada, ni algo.
Con mi cristal soy el planeta que te lleva por mares a tierras
de oro y rapiña y el horizonte te lo doy yo.
Miguel Ángel Bustos