elle

.





Murciélago de amor yo descendí sobre ella
a quien sólo pedí que se dejara amar
y silencio, absolutamente nada más
que su silencio y el tumultuoso secreto
de los jardines que quedaban detrás de su boca.

Pero ella se colmó,
quizás porque la amé más de lo debido se colmó,
se desbordó y cuando estábamos a dos pasos del cielo,
la muy tonta se puso a gritar,
de gozo, de felicidad, según dijo, y por supuesto
lo echó todo a perder.



Marcos Silber
 
 

...  Marcos Silber .  Buenos Aires.  Argentina . 1934


al ras 1


.