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Buenos Aires, domingo del séptimo mes de 2010
Y como si lentamente se dispersara la niebla, el higo
calmo apoyado en la terraza, rey de vacaciones
gata llena, y a él se tiende esa mano
entre las hojas entra, al fruto va.
"Y vos sos verde, fruto, y crespo
y firme te hacés y dulce, firme como mi pelo
tus semillas, sin fin te escurrís por mi garganta
toda pena suspendes"
Así en la terraza que se levanta sobre el mundo
y sin orillas, el jazz a todo volumen
la diosa erótica que ignora serlo
como el nacer y el vivir todo
que es todo, por no morir, volver a ella.
Y despierta a los vivos en la frontera
que cosen los sudarios delante de las puertas.
El mistral ni los roza. Costumbre lejana el mar.
Y uno por uno los rostros hacia sí levanta
y con fuerza los llama por su nombre.
Y se despierta eros que hacia adelante mira.
Y comienzan a temblar las velas.
Se mueve el mar.
Desde los ojos cae la arena, enemiga inmortal.
Ida Vallerugo
calmo apoyado en la terraza, rey de vacaciones
gata llena, y a él se tiende esa mano
entre las hojas entra, al fruto va.
"Y vos sos verde, fruto, y crespo
y firme te hacés y dulce, firme como mi pelo
tus semillas, sin fin te escurrís por mi garganta
toda pena suspendes"
Así en la terraza que se levanta sobre el mundo
y sin orillas, el jazz a todo volumen
la diosa erótica que ignora serlo
como el nacer y el vivir todo
que es todo, por no morir, volver a ella.
Y despierta a los vivos en la frontera
que cosen los sudarios delante de las puertas.
El mistral ni los roza. Costumbre lejana el mar.
Y uno por uno los rostros hacia sí levanta
y con fuerza los llama por su nombre.
Y se despierta eros que hacia adelante mira.
Y comienzan a temblar las velas.
Se mueve el mar.
Desde los ojos cae la arena, enemiga inmortal.
Ida Vallerugo
Versión . Rocco Carbone
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