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Un cántico espiritual que me cobije
sería lo perfecto en estos días de sequía:

afuera llueve y sin embargo,
las paredes de la casa son una pirámide acuosa
en la que se derrite el tiempo y caen
sobre el suelo dolorosamente liso los relojes,
y Dalí, con el cuerpo todavía entumecido, llora
diminutas lágrimas de opio y jacarandá,
porque en su memoria se repite un nombre que imagina,
le pone huesos, carne, labios, ojos, cejas,
cae sobre su asombro un enjambre de abejas,
de su boca sellada por el polen,
sale ella




Eva Cabo





.   Eva Cabo . Galicia . España . 1977
. Imagen . Yulia Lermak



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