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Tenía el don de la transformación, era casi tan rápida y sutil como el propio diablo. Después de la pantera y la del jaguar, la transformación que mejor se le daba era la de ave: la de garza salvaje, la de ibis, la de flamenco, la de cisne en celo.
Tenía una forma de bajar en picado de repente, como si hubiera avistado un cadáver maduro, lanzándose derecho a las entrañas, arrojándose inmediatamente sobre los bocados preferidos –el corazón, el hígado o los ovarios- y remontando el vuelo de nuevo en un abrir y cerrar de ojos.
Si alguien la descubría, se quedaba quieta como una piedra en la base de un árbol, con los ojos no del todo cerrados, pero inmóviles, con esa mirada fija.
Si la aguijoneaban un poco se convertía en una rosa, una rosa intensamente negra con los pétalos más sedosos y de una fragancia irresistible.
Tenía una forma de bajar en picado de repente, como si hubiera avistado un cadáver maduro, lanzándose derecho a las entrañas, arrojándose inmediatamente sobre los bocados preferidos –el corazón, el hígado o los ovarios- y remontando el vuelo de nuevo en un abrir y cerrar de ojos.
Si alguien la descubría, se quedaba quieta como una piedra en la base de un árbol, con los ojos no del todo cerrados, pero inmóviles, con esa mirada fija.
Si la aguijoneaban un poco se convertía en una rosa, una rosa intensamente negra con los pétalos más sedosos y de una fragancia irresistible.
Henry Miller (Trópico de Capricornio )
. Henry Miller . Nueva York. EEUU . 1891 . Los Ángeles. EEUU. 1980
Versión .Carlos Manzano
Versión .Carlos Manzano
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