Gemía, se turbaba, descendía a los sótanos
más húmedos del cuerpo,
usaba su saliva como miel,
simulaba trances de pequeña muerte,
indudablemente efímeros y ciertos.
Algo en él era terriblemente delicado,
algo semejaba un perfume muy oscuro
de jazmines enfermos.
Luis Antonio de Villena
. Luis Antonio de Villena . Madrid, España . 1951
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