arena y agua

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Buenos Aires primer día de febrero  del 2018




Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.

Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.

Miro los cachos del banano,
veo arañar sus dulces dedos de oro
y en las sandías
los genitales verdes del verano llenan mi corazón de
poblaciones.
Siento que estoy tapado por luciérnagas
y que en mi pelo crece la niñez del relámpago.
Lo que pisa mi piel igual que la arena lo traga para
siempre.
La sombra de los pájaros es como un agua negra que
acaricia mi nuca,
una hormiga me deja su ají breve en la boca
y me voy a los tumbos en la noche
por el agujereado camino de los sapos.
¿quién me arrima la paz de la tortuga?
¿quién desempoza el tiempo de su cáscara?

Soy el que por la piedra lechoza del quirquincho bebe en miel las abejas
como el rocío maduro de la música.
¿Adónde irán mis ojos llenos de hojas?
¿Por dónde en ellos vagará el cielo yéndose?
Me mira Dios y sé que aquí, yaciendo,
lo estoy haciendo despaciosamente.

De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.

Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.



Manuel J. Castilla





. Manuel J. Castilla . Salta . Argentina .1918 . 1980
...  Imagen .  Katia Chausheva








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