Cuando suben los caracoles por el arco iris, y en los lejanos palomares, las palomas arrullan sus pimpollos parecidos a huevos de rosa y la rosa pone su huevo y en el horizonte prende otra vez la guerra, transitan los guerreros y las flores. Cuando entra la luna por la chimenea y cada platillo sostiene tenazmente su hálito, su pandorga de almíbar, de aroma, y las mesas y las camas parecen margaritas con abejas, y se salen los príncipes de los medallones -el tallo esbelto, de plata, la cara amarilla- y traemos la lámpara, las tazas, y alguna tacita vuela tenuemente, choca apenas con algún florido mueble. Y allá, por el aire, ella y los pájaros toman el té.
Marosa di Giorgio