Es una piedra interesante mi puto corazón.
Cuando la miras se ilumina,
cuando la tocas, apenas
diez segundos, se pone dura
como un caleidoscopio.
A veces se cree Dios,
el corazón negro del mundo,
con su sonrisa de Sidney Poitier
o Denzel Washington.
Otras un pobre diablo reflejado
en los escaparates de LSD,
quiere crucificarse a sí mismo.
Anda, no me lleves a Urgencias.
Acaríciame.
Tápame con tu piel.
Enciende una vela, amor,
sobre el agua que flota en mis ojos.
Esta noche, buscando tu boca
en otra boca
casi creyéndolo, porque así de
ciego es este río
que me tira en mujer y me
sumerge entre sus párpados,
qué tristeza es nadar al fin hacia la
orilla del sopor
sabiendo que el sopor es ese
esclavo innoble
que acepta las monedas falsas,
las circula sonriendo.
Olvidada pureza, cómo quisiera
rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa
espera sin pausas ni esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el
puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de
la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acomodarme de este
olvido que sube
para nada, para borrar del
pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una
ventana sin estrellas.
Julio Cortázar
Julio Cortázar. Bruselas . Bélgica 1914 . París . Francia . 1984
Mi amistad con de uno a dos, o tres, sí tres
hombres por los que sentí
una vez un deseo desenfrenado, hiriente,
aún conserva, tras tantas transformaciones,
restos de aquella fragancia,
como en un cofre donde cierta vez
se guardaron las hojas de una hierba exótica,
hierba de propiedades variadas, curativas y peligrosas,
pero ya muy mustia.
Denise Levertov
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. Denise Levertov . Ilford . Reino Unido . 1923 . Washington . EEUU . 1997
Tapáme los ojos: hace frío detrás de las ventanas y este sábado el invierno se disuelve entre nosotros. Da vértigo Tapáme los ojos. No sé qué hacer con este frío sobre mi cuerpo algunas noches, reconozco esa marca detenida en mis muñecas: signo que mostrar orgullosa levantando los brazos: "Esto han hecho con mi cuerpo". Así como un refugiado muestra sus dedos sin uñas y eso se vuelve su último orgullo. El tuyo. Da vértigo, el frío recortando cada objeto.
Entre nosotros Llega otro invierno Una papa humeando en un cacharro de metal -para ver desde allí- los ojos del amo: tapáme la cara mirando hacia adentro, hacés té y leés tranquilo al calor de lámpara afuera el invierno golpea, no sé qué puedo decirte desde este puerto: "hizo frío y el día se extinguió lentamente -casi- sin dolor". Ahora se dan vuelta los ojos y sube el vértigo, cubrirse la cara tapá este frío de refugiada que mataría por el calor de una papa. Cuerpo helado al costado del camino -el mío- frente a una linterna encandilada, para gritar: esto han hecho conmigo. Mientras la noche profunda se instala y corren suaves gotas sobre las ventanas. "No, no deberíamos ser apacibles." Ahora: ojos volcados hacia adentro como quien dice -levantando los brazos- "hagan lo que quieran con este cuerpo", en medio del invierno vos leés al calor de la lámpara y esta noche se instaló suave, prácticamente calma.
Me dejaste en el invierno.
Yo era un barco rojo,
una dinamita a punto de vestirse,
un corazón de sopa.
No me dejés te dije.
Se me hiela la sangre con tu barbijo.
Te bajaste del subte
y vi la multitud.
un oleaje al cual llegué tarde.
Una mirada sobre el corcho.
Yo estaba con vos
y de pronto estaba con desconocidos.
Vos te fuiste
y la alcoba ya no estuvo más.
Me decís que te vas.
Pero una noche se te da por meterte en mi cama
y nos decimos unas últimas cosas.
¿Se sabe querer tanto?
¿Se aprende?
¿Se recicla?
¿Se ofende la moral pública ( del partido) ?
Me decís que no entendés que estás confundida.
No te respondo.
Y ahí en la estación Medrano te bajás.
¿Hasta dónde llega el subte?
¿Llegará hasta el mar?
Sergio Kisielewsky
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. Sergio Kisielewsky . Buenos Aires . Argentina . 1957
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Prefiero ser la hija del pirata,
la niña imposible que no peina el cabello,
la misma que salta y corre
o vence un ejército.
La que rechaza bellezas improbables
y se rinde ante la libertad
para echarse a volar,
sin lastre, sin prisa, sin equipaje.
La que indaga en los ojos de los que pasan
y descubre almas y cuevas,
pozos y estrellas
con que hacerse a la mar.
no por zonas de luz
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche.
¡Y madrugada en la ventana abierta!
si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda o no me quieras!
Dulce María Loynaz
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. Dulce María Loynaz . La Habana. Cuba. 1902. 1997
En mi habitación tejo el viento.
Ignoro si son remotas mis lágrimas
o si están guardadas al lado de amarillas
fotografías,
junto a dedales y agujas que sollozaron.
Cavilo uniendo las puntas de la aguja
con la lana.
Desatiendo la espera.
Tejo y olvido.
De pronto pierdo el punto
y un agujero se deshace sobre el sillón
y mis manos.
Quedo entrelazada toda
en un ovillo de amor y lumbre.
No sé
si tejo para esperarte
o si trazo en círculos
el viento
y mi mortaja.
La luz, es el idioma mismo de la imagen, el primer rol: sorprende, decepciona, sublimiza o desfigura, pero no hay fotografía sin ella.
A menudo envidio aquellos que saben fotografiar la vida. Yo la rehuyo, empiezo de la nada, no testifico sobre nada, me invento una historia que no cuento, me imagino una situación que no existe, creo un lugar o borro otro, desplazo la luz, desrealizo y luego ensayo.
Ayer vi tu film,
me dejó los cabellos azules
por los choques eléctricos.
Yo me vestí de verde pues era martes
y los martes tengo la boca llena de duendes.
Si, también es cierto
que ando los zapatos cubiertos de grillos,
que voy con ojos entreabiertos
y jamás he vuelto a discutir
por la colección de alfabetos que perdí.
Alguien dijo ayer
que el rojo de tus dientes
fue por morder mis recuerdo,
lo que no es cierto
es que escapás en las madrugadas
a firmar los graffitis que dejé
con el pincel de mis sueños,
y lo único real de tu cuento
es que no estabas,
que tu ausencia ha vuelto sepia
el cortometraje de mi dolor
y para colmo,
la maldita pantalla se trago mis delirios
y yo, de inocente,
encontré tu nombre en la lista de reparto.
Esta espera inenarrable, esta tensión de todo el ser, este viejo hábito de esperar a quien sé que no va a venir. De esto moriré, de espera oxidada, de polvo aguardador. Y cuando lleve un gran tiempo muerta, sé que mis huesos aún estarán erguidos, esperando: mis huesos serán a la manera de perros fieles, sumamente tristes cima del abandono. Y cuando recién muera, cuando inaugure mi muerte, mi ser en súbita erección restará petrificado en forma de abandonada esperadora, en forma de enamorada sin causa. Y he aquí lo que me mata, he aquí la forma de mi enfermedad, el nombre de lo que me muerde como un tigre crecido súbitamente en mi garganta, nacido de mi llamado.
Alejandra
. Alejandra
Pizarnik . Buenos Aires . Argentina 1936 . 1972
Pd. Hace unos días que voy sangrando con los versos de Alejandra , quise ponerle color, sublimar el desgarro que me provoca (pro.boca), y no pude. Les dejo su latido.